lunes, 28 de diciembre de 2015

Postular a Work & Holiday Australia desde Chile: explicado con peras, manzanas y koalas.



Como la visa WH fue lo que nos dio el primer empujoncito para decidir dejarlo todo y emprender el vuelo una vez más, agradecemos en primer lugar su existencia y, a pesar de que el tema se escape un poco del concepto editorial de este blog (ya que por ahora no he podido encontrar un plato apto que califique esta travesía de trámites) me parece importante poder ayudar y facilitarle la vida a futuros viajeritos que tal como nosotros, quieran emprender el rumbo a nuevos parajes.

Así, los consejos de la Brújula inician con: ¿cómo postular a Work & Holiday Australia y no desertar en el intento?


En primer lugar, hay que saber que este proceso requerirá alrededor de un mes de trámites y andanzas por distintas oficinas de la ciudad, por lo que lo inicial es respirar profundo, armarse de paciencia y pensar que cada vez estarás más cerca los canguros.

La visa WH a la que países como Chile postulan es la número 462, y permite a jóvenes entre 18 y 30 años (cumplidos) a adquirir una visa de trabajo durante un año en dicho país. Con esta visa el único privilegio es que puedes trabajar bajo las normas de la ley. Es decir, no te llevarán preso en caso de redadas inmigrantes, y podrás caminar tranquilo por la calle durante dicho periodo de tiempo. No hay trabajo asegurado, por lo que ello va a depender estrictamente de la voluntad de cada persona; el interés que tenga en trabajar y lo que esté dispuesto a ejercer. Sin embargo hay posibilidades, y es importante tener en cuenta que si bien el costo de vida en Australia es más elevado que en Chile, los sueldos también lo son… y bastante más. Por lo que ya sea trabajando como camarero o en una bomba de bencina, se puede sobrevivir de lo más bien e incluso ahorrar (cosa casi imposible en nuestros países “en vías”) para poder seguir recorriendo el mundo.

Sin embargo, y a diferencia de otras visas similares (Canadá, Nueva Zelanda, etc.) la WH Australia exige una serie de requerimientos que debes tener en cuenta y que debes evaluar previo a comenzar con la tramitación. Cada año, iniciándose el periodo el 01 de julio, se abren 1.500 nuevos cupos para postular, por lo que es ideal pensar previamente si cumples con los siguientes requisitos fundamentales:

- Tener un título universitario o haber completado exitosamente dos años de estudios universitarios (también son válidas carreras técnicas impartidas en institutos profesionales).

 - Poseer solvencia económica de mínimo $5.000 dólares australianos.
Es decir, cerca de $3.500 dólares estadounidenses o $2.500.000 pesos chilenos. Esto puede demostrarse con una cartola electrónica de la cuenta bancaria propia del postulante o bien de un aval comprometido mediante una carta adjunta.

- Certificar tu nivel de inglés mediante un examen oficial.
Existen tres exámenes válidos (TOEFL, ELTS e Ingles Ocupacional) con los cuales puedes demostrar tu nivel de inglés. De todas formas el puntaje que exigen no es mucho, por lo que es probable que si estás pensando en irte a trabajar a un país en el que el idioma oficial es el inglés, tengas la capacidad de aprobar el examen. Igualmente es importante considerar que cualquiera de estas evaluaciones cuesta alrededor de $150 dólares aproximadamente ($100.000 pesos chilenos), y que también funcionan como medidor oficial de nivel de idioma extranjero, por lo que, si bien es un gasto, es bastante útil para futuras postulaciones a trabajos y/o becas.

Si no puedes cumplir con estos tres requisitos por la razón que sea, es mejor que pienses en postular a otra visa de WH y te evites el gasto de dinero y tiempo, ya que lo más probable es que rechacen tu solicitud.

Si cumples con todo lo anterior y decides postular, mi consejo es, en primer primerísimo lugar, certificar el nivel de inglés. Cada una de las instituciones que imparten el examen lo hace en distintos lugares y en distintas fechas delimitadas previamente, por lo que es importante inscribirse lo antes posible para poder tener algo de tiempo para estudiar y posteriormente esperar a los resultados, los que tardan alrededor de 15 días en estar on-line.

Mientras estés esperando los resultados del examen puedes ocupar el tiempo en juntar aquellos documentos por los cuales no necesitarás pagar demás (antes de saber si tu puntaje es el óptimo para poder continuar):

- Fotocopia a color de carnet de identidad (mínimo 6 meses de vigencia)
- Fotocopia a color de pasaporte (mínimo 6 meses de vigencia)
- Fotocopia a color de título universitario o certificado de estudios
- Certificado de Nacimiento (puedes solicitarlo gratis en la web del Registro Civil)

Posteriormente, y si tus resultados del examen de inglés son los esperados, necesitarás lo siguientes documentos:

- Certificado de Antecedentes Penales (costo de $1.800 pesos aproximadamente en Registro Civil)
- Fotografía actual a color, tamaño pasaporte. (costo de $2.000 pesos aproximadamente por 4 copias)
- Declaración Jurada ante Notario Público Chileno que no tiene hijos dependientes y que regresará a Chile al término de su permanencia en Australia (costo de $2.400 pesos aproximadamente en Notaría)
- Carta de ministerio de Relaciones Exteriores.*

*Para adquirir esta carta, debes dirigirte al Departamento de Inmigración de la Dirección de Política Consular, ubicado en calle Agustinas 1320 primer piso (edificio ex Hotel Carrera) sólo los días martes y jueves entre 09:00 y 12:00 horas, y llevar los siguientes documentos:

  • 2 fotocopias a color de pasaporte vigente
  • 2 copias de Certificado de Nacimiento.
  • 2 copias de Certificado de Antecedentes Penales.
  • Original y copia de declaración jurada ante Notario Público Chileno que no tiene hijos dependientes y que regresará a Chile al término de su permanencia en Australia.
  • Original y copia de título profesional universitario o de Instituto Técnico Superior reconocido por el Ministerio de Educación o un certificado de la casa de estudios que acredite 2 años de estudios completos y aprobados.
Una vez entregados todos los documentos, tardan alrededor de una semana en tener la carta (ellos citan día y horario) y devolver los documentos originales.

Cuando ya hayas logrado recopilar todos los documentos solicitados, debes llenar el Formulario 1208 "Application for a Work and Holiday visa, que encontrarás en este enlace: http://chile.embassy.gov.au/files/scle/1208.pdf


Es importante que completes todos los recuadros, y para ello acá te explicamos cómo hacerlo o qué deberás colocar en cada uno:


Part A – Your details

1 a 9: llena todos los campos con tus datos personales. Recuerda que el número de pasaporte (7) NO es lo mismo que tu Rut, por lo que revisa previamente en tu pasaporte cuál es el número correspondiente. Si tienes un segundo pasaporte, debes completar también con los datos de éste y no es necesario enviar fotocopia adjunta.
10: tu trabajo actual.
11: debes llenar con “Casual Job”. Esto significa que estás dispuesto a trabajar en, básicamente, cualquier cosa.
12: tus aptitudes para trabajar (por ejemplo: responsible, good at team work, creative, etc.)
13: información sobre examen de inglés validado. En el certificado correspondiente a cada examen se encuentra la información requerida.
14 y 15: dirección de domicilio.
16 y 17: contactos.
18: en este cuadro no debes poner necesariamente la fecha específica en la viajarás (esto puede variar al momento de comprar tu pasaje), sólo una aproximación tentativa, considerando que tienes 12 meses para hacerlo desde que se te concede la visa.
19 y 20: YES.
21: NO

Part B – Previous applications

22 a 24: Si ya has estado en Australia previamente, debes llenar estos cuadros con la información requerida y algún contacto en el país.

Part C – Health

25: Si has viajado o vivido fuera de Chile por más de tres meses en los últimos cinco años, debes llenar este cuadro. Si has viajado por más de 3 países deberás adjuntar una hoja de anexo al formulario con la información (país, fecha de ingreso, fecha de salida) en orden temporal, más tu regreso a Chile.
26 a 32: NO
33 y 34: NO. Si bien en algún punto de la postulación es exigido tener un seguro médico, esto se adquiere posterior a que ya se te conceda la visa ya que para entrar al país deberás tener si o si un seguro médico.

Part D – Character

35: NO

Part E – Assistance with this form

36 a 39: NO

Part F – Options for receiving written

40: Myself


Part G – Payment details

41: YES
42: El cuadro (en amarillo en la foto) que dice “Visa subclass…” debes colocar 462. Luego, donde dice “Base Application Charge” debes colocar  AUD 440 y luego en el total nuevamente AUD 440. Esto significa el costo de la visa; es decir unos $300 dólares estadounidenses o $220.000 pesos chilenos, que es lo que te cobrarán una vez tu visa sea aprobada y para lo que debes llenar el resto de la misma hoja del formulario con tus datos de pago (tarjeta de crédito).

Part H – Signatures

44 y 45: Firma, fecha y… ¡LISTO!

Una vez hayas completado tu formulario y tengas todos tus documentos, debes enviarlo todo mediante un sobre por correo (no sirve de nada que vayas personalmente a la embajada) a la siguiente dirección: Isidora Goyenechea 3621, 13th Floor, Las Condes, Santiago.

Siendo recibido en la oficina de partes de la embajada, tu solicitud de visa debería estar lista en, más o menos, 15 días.

Para mayor información sobre los requisitos de postulación puedes entrar al siguiente link oficial: http://chile.embassy.gov.au/sclecastellano/workandholidaychil.htmly para tener mayor información sobre los documentos que debes enviar, aquí: http://chile.embassy.gov.au/sclecastellano/checklistworkandholiday.html


Esperamos que esta información les haya sido útil y que se animen a tomar el rumbo. El mundo es demasiado grande y la vida es muy corta. ¡A VOLAR!


miércoles, 19 de agosto de 2015

Invierno en Santiago: se ve mal, sabe bien.

Santiago es una fea ciudad, con bellos momentos – Nicanor Parra

Santiago de Chile: gran capital situada en el centro de un largo y estrecho país. Rodeada por una impresionante y majestuosa cordillera, que lamentablemente, pocas veces se deja ver, y centro urbano de casi la mitad de habitantes de todo el país. 


Plaza de Armas, Catedral de Santiago, Cerro San Cristóbal, Cerro Manquehue y Los Andes.


Punto neurálgico de operaciones laborales, culturales, políticas y sociales, y como toda buena mega-urbe latinoamericana, ícono de la desigualdad nacional.

Sin embargo, no todo en Santiago es tan malo. Además de los “tacos”[1], la contaminación y las aglomeraciones, la ciudad tiene su cuota de entretenimiento, variedad de actividades de todo tipo, centros de ocio y cercanías a espacios naturales privilegiados en las cuales poder salir a caminar y respirar un poquito de aire. Con más de 800.000 kilómetros de diámetro, Santiago nos muestra en todo su esplendor, las grandezas y bajezas que el ser humano es capaz de ejercer. 

Quizás porque esta es mi ciudad natal, y lugar donde he vivido la mayor parte de mi vida, me siento con la propiedad de insultar y al mismo tiempo alardear de un territorio que, tal como dice Nicanor, se muestra ante sus habitantes más hostil de lo que verdaderamente es. Quizás porque últimamente se nos hace difícil levantar la mirada y apreciar la gran reina que nos guarda entre sus brazos, y así mismo tomar consciencia que somos parte de un todo y que tirar basura en la acera destruye mucho más de lo que creemos… es por lo que esta ciudad en el día de hoy es mucho más vilipendiada que alagada... 

Lo que no se ve. Desde Maipú.


Días grises, sin aire que respirar… caras hastiadas de la cotidianidad, vagones olientes a sudor y resfrío y un día que se concentra básicamente en la luz que nunca pudimos ver por estar en nuestro cubículo cuadrado son algunos de los pensamientos que vienen a la cabeza cuando pienso en el invierno de esta ciudad. Sin embargo, cuando la lluvia nos regala su presencia, poco a poco se comienzan a sentir los primeros soplos de aire fresco y la gloriosa espina dorsal de Sudamérica comienza a asomarse ante nuestros ojos y lo mejor y realmente único que tiene esta ciudad, se descubre para recordarnos que lo mejor que podemos ver no está en una pantalla, sino abriendo nuestra ventana. 

No hay un mejor día en Santiago de Chile que aquel día de sol después de la lluvia, en el que abrir la puerta es un regalo para que el viento fresquito entre por nuestras casas y pulmones, donde los colores se ven brillantes y definidos… donde al salir a la calle podemos observar el grandioso cordón que nos rodea en 360º y las cumbres de la montaña nos invitan a subir para palpar un poco de su gloria. Lo mejor de todo, ocurre cuando este día es domingo. Y nos abalanzamos en el último almacén de barrio que va sobreviviendo, y la inspiración y el frío después de la caminata matutina nos llama a gritos a meternos a la cocina y ensuciarnos las manos para cocinar una de las tantas cosas ricas que tiene el invierno de mi país: la sopaipilla.





Si bien la sopaipilla es un clásico latinoamericano, cada país tiene su propia variante, adecuada a los productos típicos de la zona y con distintos nombres característicos de cada territorio. En Chile, se caracteriza por utilizar el “zapallo” o calabaza, y por tener dos versiones (dulce y salada) en las que en ambos casos la evolución ha sido constante. Su producción y venta también ha cambiado, siendo antiguamente una preparación más bien casera, que se realizaba tradicionalmente en los días de lluvia y se compartía con la vecindad, hasta llegar a comercializarse en carritos ambulantes que itinerában (y hasta el día de hoy continúan) por la ciudad ofreciendo el producto a módico precio. Hoy podemos encontrarlas en todas sus variantes y versiones: desde el congelado en el supermercado, hasta esa bien casera que casi se sienten las manos de quien la amasó. De todas formas, sin importar el paquete en el que venga, la sopaipilla siempre será un clásico invernal y nos recordará esos días en los que volvíamos del colegio con los calcetines mojados y un gran y hermoso plato de esas masitas amarillas nos esperaba en la siempre calientita cocina chilena, donde la familia se reúne a tomar la “once”[2] y donde aún permanecen las personas que hacen  y reflejan lo más hermoso que tiene Santiago y por lo que siempre vale la pena volver.


Para los que nos quieran visitar desde el paladar y vivir con nosotros uno de esos fríos pero cálidos días de invierno, dejo aquí la receta:

*Vale decir que esta receta, a pesar de ser un clásico nacional, no es fácil de completar exitosamente. Personalmente, he necesitado de varias jornadas para dar con la receta perfecta (según mi gusto personal… y el de algunas amigas) y es preciso mencionar que la base de esta experimentación nació de la receta de la siempre muy sabia abuela de mi gran amiga Fer. A lo típico, los años.






SOPAIPILLA CHILENA

- 300 gr de zapallo o calabaza
- 500 gr de harina
- 150 gr de mantequilla
- 1 cdta. de polvos de hornear
- Sal (opcional)

- En primer lugar, cortar en zapallo o calabaza y quitar piel verde.
*Dato: Cortar en trozos pequeños para que se cueza más rápido.
- Colocar en una olla con agua y hervir hasta que esté muy blando. (Alrededor de 20 minutos).
- Una vez esté blando, colar y separar en un plato. Moler con la ayuda de un tenedor hasta que quede como puré y dejar enfriar.
- Colocar 250 grs de harina en una superficie para amasar.
- Formar un volcán y esparcir en medio los polvos de hornear.
- Agregar el zapallo y la mantequilla cortada en pequeños cubos y mezclar todo.
- Ir agregando agua y/o harina (puede ser la misma agua donde se coció el zapallo) de a poco en caso que sea necesario.
- Amasar constantemente hasta que quede una masa compacta pero no seca.
*Dato: Cuando tomamos la masa y ésta ya no se nos pega en las manos y podemos manipularla con facilidad, estará lista.
- Sin que pierda el calor, estirar sobre la superficie plana con la ayuda de un uslero (o botella previamente lavada) y formar una capa de no más de 0.5 cm.
- Cortar en círculos con la ayuda de un vaso/molde/taza y separar.
*Dato: es importante siempre dejar una capa de harina previamente en todas las superficies donde se manipule la masa y asimismo donde se vayan dejando las sopaipillas antes de freír ya que como la masa sigue siendo húmeda, ésta se pega fácilmente a la superficie.
- Calentar aceite en una sartén u olla y esperar a que esté caliente.
*Opcional pero recomendado: para frituras en grandes cantidades en general es mejor utilizar aceite de maravilla, ya que, además de ser más barato, mantiene los sabores más atenuados, siendo que, por ejemplo, el aceite de oliva, para estos casos, se sobrepone al sabor del producto que estamos cocinando.
*Dato: para las sopaipillas y frituras de masas de harina en general, lo más recomendable freír el producto en aceite caliente pero no hirviendo, ya que sino la masa se quema y no alcanza a cocinarse por dentro. Para saber cuándo el aceite está en su punto, podemos colocar un pedacito de nuestra mezcla y esperar a que esté dorada.
- Ir agregando las sopaipillas de a una y tratar de no echarlas todas al mismo tiempo para que la olla no se rebalse y las masitas no se peguen entre sí.
- Cuando las sopaipillas estén doradas, colocar en una fuente con abundante papel secante para absorver la mayor cantidad de aceite.

- También podemos cocinar las sopaipillas al horno. Para esto es necesario calentar el horno previamente a fuego alto.
- Colocar las masitas en una bandeja de horno previamente aceitada y cocinar a fuego medio alrededor de 30 minutos o hasta que la masa esté dorada.





ACOMPAÑAMIENTOS PARA SALADOS:
- Mostaza, ají, kétchup o mayonesa.
- Pebre: preparación típica chilena a base de tomate, cilantro, ají verde y cebolla.
Haz click aquí para ver la receta.

ACOMPAÑAMIENTOS DULCES:
- Chancaca. O dígase: “sopaipillas pasadas”. Elaboración típica chilena basada en azúcar o panela disuelta en agua caliente y condimentada con canela, clavo de olor, naranja y una pizca de vainilla.
- Azúcar flor.







Salud!







[1] Término chileno para denominar al tráfico automovilístico.
[2] Terminología chilena para la hora del té de la tarde o merienda.

miércoles, 8 de julio de 2015

Araçatiba y Caipirinhas para ser feliz.


Lo primero que hay que decir de Brasil es O’brigado. Por lo menos fue lo que yo dije cada vez que despertaba en esas tierras de paraíso.



Primera mirada.



Claro está que siempre, siempre, existe mucho más para ver de lo que se cree. Que hay una realidad invisible a los ojos del turista/viajero y que la experiencia de conocer un lugar durante una semana no se compara a lo que puede ser vivir en él. Sin embargo, los siete días que estuve en Ilha Grande (isla cerca de una hora en bote de Angra do Reis) no pude evitar la necesidad de quedarme a vivir allí eternamente. No fue sólo el paisaje paradisiaco con el que amanecía cada mañana… eran los desayunos con bossa nova al borde del mar, las caipirihnas nunca mejor preparadas sobre la arena, los calamares y camarones rebosados con cervecita bien fría (alguien DEBE exportar esa especie de “condón” que usan en Brasil para mantener el frío en las botellas), pero sobre todo, y como si todo lo demás fuera poco, aquel aire de tranquilidad  que se respira en cada rincón y que ha hecho a este pequeño pedazo de tierra, uno de mis destinos favoritos cuando lo que se busca en descanso y placer. No por nada, son varias las personas que después de unas vacaciones han tomado sus maletas, cerrado la puerta trasera, y cambiado sus vidas para convertirse en futuros habitantes de la isla.




Me acuerdo cuando llegué (sólo hay acceso en barco/lancha/bote) y noté que no existían las calles, y que el único medio de transporte es el mar y tus propios pies, me di cuenta que estaba entrando en un terreno que, por lo menos por este lado, cada vez se ve menos. Una tierra virgen, al cuidado de la gente y que, si bien ha sido explotada los últimos años en pos del turismo, sigue existiendo un respeto por el cuidado y la naturaleza primaria, que pocas veces se logra ver. Basureros… en los puntos más perdidos al interior de la isla se encuentran basureros hechos de maderas propias de la isla y que buscan generar consciencia en el turista para que sus paseos y trekings no se conviertan en el asesinato de la tierra. Basureros y canchas de fútbol.





 


Lo mejor de Isla Grande, es la cantidad de lugares que puedes encontrar. Si buscas gente, Lopes Mendes… si lo tuyo es el surf: Aventureiro. Ubatubinha y Das Palmas para dar un paseo y Araçatiba (mi favorita) para disfrutar, disfrutar, disfrutar.

La verdad es que mi viaje a la isla fue hace unos cuantos años ya, por lo que hay detalles que no recuerdo y puede ser que muchas cosas el día de hoy hayan cambiado. Espero que el espíritu de cuidado y respeto tanto con la tierra como con su gente se siga manteniendo, y que la alegría que reina ese lugar cuando los niños llegan en sus lanchas de vuelta de la escuela tirándose piqueros por todo el borde del muelle siga intacto. Espero que Edinho (nuestro anfitrión) haya logrado cruzar hasta Angra nadando y que su mesa de pool no se haya vuelto a rayar. Que los adolescentes sigan cantando versiones en portugués de Soda Stereo aunque no sepan que quien es Gustavo Cerati y que los eclipses de luna se sigan viendo tan absurdamente bellos desde las hamacas.  Espero reencontrarme con esas tierras, y volver a beber una de esas caipirinhas con maracuyá que deleitaron mis noches e hicieron de el inicio de mi segunda década, el más feliz.



Como la idea aquí es transportarnos y nunca dejar de viajar, dejo la receta de esos espectaculares y hasta el día de hoy, exitosos e infalibles brebajes y mariscos del atlántico.   




En orden: mi padre con el café después de desayunar, los camarones del medio día y Edinho en la siesta de la tarde.



CAMARONES REBOZADOS 

Para 2 personas:

- 250 grs de camarones pelados y limpios
- ½ taza de harina sin polvos de hornear
- 1 huevo
- 1 cdta. de polvos de hornear
- Cerveza bien fría
- Perejil
- Sal
- Aceite


- En primer lugar lavar bien y limpiar los camarones. Quitar la piel (si se quiere dejar la cola) y las patas. Si compras calamares congelados es importante que estén bien descongelados para que estilen toda el agua.

- En un bol aparte mezclar el huevo, la harina, los polvos de hornear y la sal. Ir agregando de a poco chorritos de cerveza bien fría mientras se bate todo con un tenedor hasta que quede una mezcla espesa pero no pastosa.
*Opcional pero recomendado: agregar perejil finamente cortado y mezclar.

- Calentar abundante aceite en una sartén u olla pequeña. Esperar a que el aceite esté bien caliente.
*Dato: para saber si el aceite está lo suficientemente caliente se puede agregar un pedazito pequeño de lo que se vaya a freír (patata, pan, etc). En este caso agregamos una pizca de nuestra mezcla. 

- Cuando esté todo quemado y tome color negro, sabremos que el aceite está listo.
*A tener en cuenta: es necesario que el aceite esté muy caliente ya que, cuando trabajamos con este tipo de mezclas, si no está hirviendo, la mezcla que cubre nuestra carne, comenzará a deshacerse y no lograremos el efecto buscado.
- Una vez el aceite esté listo, secar muy bien los camarones.
*Cuidado: el contacto del agua con el aceite caliente hace explotar el aceite. Esto puede ser muy peligroso. Siempre es necesario asegurar que nuestros productos estén secos.
- Bañar los camarones (de a uno) en la mezcla y freír hasta que estén dorados. 



CAIPIRINHA DE EDINHO
(versión maracuyá y tradicional)

- Hielo picado
- Cachaça
- Maracuyá
- 2 limas o 4 limones de pica.
- 2 cucharadas de azúcar.
- Jugo de limón natural.

TRADICIONAL: - Cortar las limas en dos y quitas puntas. Cortar cada mitad en cuatro y colocar en vaso. Agregar azúcar y jugo de limón. Con un mortero aplastar y dejar que repose.
*Dato: para que el limón no quede amargo y evitar la acidez posterior, es importante quitar toda la piel blanca que tiene el limón. Es mejor desperdiciar un poco de carne y asegurarse de que no haya nada blanco.

MARACUYÁ: - Partir la maracuyá en dos. Agregar una cucharada de corazón con pepas a coctlera o vaso.
*Dato: no aplastar las pepas ya que al romperse le darán un sabor amargo a nuestra preparación.
- Agregar hielo picado hasta el tope del vaso o ¾ de medida en coctelera.
- Agregar cachaça. Batir en coctelera y servir en vaso. Si no se tiene coctelera, batir con una cuchara directamente en el vaso y revolver.







Saúde!